Algunas veces, las dietas pueden inducir una pérdida de peso inicial. Sin embargo, en el 95% de los casos, ese peso se recupera entre 1 y 5 años después.
Por muchos años, nos han convencido de que la pérdida de peso es la clave para la salud.
Y si has pasado tu vida tratando de perder peso, viviendo rebotes con frustración, culpa, miedo a la comida y rechazo a tu cuerpo, te invito a seguir leyendo.
Son muchas las razones por las cuales la pérdida de peso se recupera. Conocerlas puede ayudarte a liberarte de la culpa que causan las dietas y puede ser un buen paso para comenzar a deshacerte de ellas.
No es justo que vivas culpándote de algo biológico que no depende de tu fuerza de voluntad. Y tampoco es justo que sigas buscando tu salud en algo que la perjudica.
Eficiencia metabólica: el cuerpo se atora en un modo ahorrador
El cuerpo tiene una compleja interacción de factores metabólicos y fisiológicos que trabajan para defender el peso corporal y, en algunos casos, pueden ser exacerbados por los intentos de pérdida de peso.
Cuando restringes la ingesta de alimentos, tu cuerpo responde con adaptaciones para evitar o recuperar la pérdida de peso, a esto se conoce como: eficiencia metabólica.
¿Qué significa esto?
Significa que el cuerpo se vuelve más eficiente en gastar menos y almacenar más, para sobrevivir al periodo de escasez.
Imagina esto:
Antes de hacer dietas, tu cuerpo funcionaba con 2000 kcal al día. Esa era su base para cubrir todas tus funciones: respirar, digerir, moverte, pensar, etc.
Entonces comienzas una dieta y reduces tu ingesta a 1500 kcal. El cuerpo interpreta esta reducción como una amenaza (como si estuvieras en hambruna), y empieza a reducir el gasto energético para adaptarse a ese nuevo nivel.
Ese cuerpo que antes necesitaba 2000 kcal para mantenerse, ahora baja a 1500. Se vuelve un cuerpo que ahorra más. Si sigues bajando la ingesta, tu cuerpo va ahorrar más y más.
Ahora, ¿qué imaginas que pasa cuando dejas la dieta?
Cuando vuelves a comer 2000 kcal, lo que antes era normal para ti, ahora ese excedente se almacena. Porque el cuerpo ya no las necesita para funcionar.
Y es ahí cuando ocurre el rebote.
De hecho, estudios muestran que los rebotes se pueden dar incluso, si las personas mantienen su dieta o ejercicio. Es como si el cuerpo se atorara en un modo ahorrador.
¿Y si nunca hubieras hecho dieta?
Una persona que nunca ha hecho restricciones severas, puede mantener su peso comiendo por ejemplo, 2000 kcal.
Pero una persona con el mismo peso, que ha pasado por varias dietas, quizá necesite comer solo 1500 kcal para no subir de peso, todo por la eficiencia metabólica.
Esta es una respuestas biológica para defender tu peso, haciendo que la pérdida de peso sea insostenible y la sensación de “fracaso” inevitable.
No es que tengas falta de disciplina o que no tengas suficiente fuerza de voluntad. Es que tu cuerpo se protege cuando buscas perder peso.
Hambre por privación
Otra de las razones por las cuales el cuerpo rebota el peso es el hambre por privación.
¿Te ha pasado que evitas comprar un alimento porque no puedes evitar comerlo todo de forma impulsiva?
Esto es algo muy común.
La cultura de dietas normaliza que elimines todos los alimentos que se consideran “pecado”. Y esto hace que se genere un tipo de anhelo, que cuando se tiene cerca el alimento, el cerebro activa algo que llamo: hambre por privación.
Satanizar un alimento que te gusta hace que lo anheles más.
Reservarlo para ocasiones especiales puede llevarte a comerlo en exceso, pensando que será la última vez en mucho tiempo.
Eliminarlo hace que se vuelva imposible no comerlo en exceso cuando lo tienes cerca.
La privación no reduce los impulsos, los intensifica.
Hacer ejercicio sin comer suficiente
El ejercicio para la pérdida de peso, generalmente esta acompañado de restricciones alimentarias, ¿cierto?
Cuando haces ejercicio sin comer lo suficiente, la eficiencia metabólica que mencioné anteriormente, se puede amplificar. Porque ahora, no solo estás restringiendo, sino también aumentando tu gasto de energía, lo que intensifica aún más el ahorro.
Un metabolismo que se le exige más actividad física y se le quita el combustible va a agravar la necesidad de ahorrar y de buscar energía para sobrevivir.
El cuerpo utiliza mayormente el músculo para obtener esta energía, es por eso que aumenta la pérdida muscular. El músculo no puede formarse sin la ingestión de suficientes calorías y carbohidratos.
Nada de esto es saludable.
Rebotes de peso y su riesgo para la salud
La resistencia del cuerpo a perder peso y los intentos por forzarlo con privaciones y ejercicio, aumenta el riesgo de vivir en ciclos de pérdida y aumento de peso. Las fluctuaciones de peso se han relacionado con resultados adversos para la salud:
- Mayor riesgo de mortalidad
- Desequilibrios metabólicos
- Pérdida de masa muscular
- Hipertensión
- Inflamación crónica
- Dislipidemias y resistencia a la insulina
- Estrés psicológico crónico y producción de cortisol.
Y paradójicamente, lo que se busca con las dietas es salud, y al final termina perjudicando.
Entonces… ¿los rebotes son tu culpa?
No.
Los rebotes de peso no son por falta de voluntad. Son el resultado biológico, emocional y psicológico de intentar forzar a tu cuerpo a perder peso.
Hay otras maneras sostenibles de cuidar tu salud.
Para esto es necesario, que dejes de perseguir la pérdida de peso. Trabajar sin esto es un proceso que rompe con los rebotes y construye hábitos sostenibles. Claro que no es fácil, mucho menos si te han recetado la pérdida de peso por “salud”, sin embargo, es posible.
Espero que esto te ayude a liberarte, al menos un poco, de la culpa que se siente vivir en ciclos de rebote de peso.
Te acompaño en tu proceso.