Quiero cuidar mi salud, pero ya no quiero hacer dietas

¿Alguna vez has intentado dejas las dietas?

Salir de las dietas restrictivas no es algo fácil. Es común que, al intentar salir de ahí, te sientas atrapadx en un bucle de incertidumbre. A esto, queridx lectorx, se le llama proceso de transición, y está presente en cualquier etapa de crecimiento.

Dejar de hacer algo que antes considerabas bajo tu control puede dejarte con un pie en el aire, intentando comprender en qué consiste realmente el otro lado de la moneda y, sobre todo, identificar si es un lugar realmente seguro para ti.

En esta etapa de transición se activan múltiples resistencias que intentan convencerte de volver a lo conocido. Aunque sepas que es disfuncional o dañino, sigue siendo lo familiar. Recuerda que muchas veces nos resistimos al cambio por miedo a perder el control. Saltar hacia el otro lado, lejos de la cultura de dietas —ese lugar donde habita la confianza en tus decisiones alimentarias, una alimentación segura y flexible— requiere coraje, compasión y constancia.

Si quieres liberarte de las restricciones, te invito a seguir leyendo y descubrir no solo el daño que implica permanecer ahí, sino también la libertad que supone dar ese salto valiente hacia una nueva forma de vivir tu relación con la comida.

La salud distorsionada

La realidad puede sonar frustrante para algunxs, pero recuerda: al final del camino, la verdad te hará libre.

El cuidado de la salud se ha distorsionado con el tiempo, contaminado por extremismos, satanizaciones y rigidez.

Gran parte de esta distorsión, tristemente, responde a intereses económicos.

La realidad es que cuidar tu salud no tiene por qué implicar necesariamente una pérdida de peso ni una guerra con la comida.

De hecho, trabajar en las raíces de estos conflictos puede ser la clave para iniciar un camino hacia un bienestar sostenible.

Rompiendo las falsas ilusiones

Las dietas tradicionales, que implican una restricción calórica significativa, suelen prometer una pérdida de peso rápida. Sin embargo, la realidad puede ser desalentadora: se estima que la tasa de recuperación del peso a largo plazo alcanza el 95%.

¿Por qué sucede esto? Te invito a seguir leyendo.

El efecto “yo-yo” a largo plazo

La restricción calórica a menudo lleva a un ciclo de pérdida y recuperación de peso, conocido como el efecto “yo-yo”. Este patrón no solo impide mantener el peso perdido, sino que, en muchos casos, conduce a un aumento de grasa corporal mayor al peso inicial.

Estudios muestran que, tras una restricción o pérdida de peso significativa, el cuerpo activa adaptaciones metabólicas que favorecen la recuperación del peso, y estas pueden persistir incluso después de que el peso se ha estabilizado.

Impacto de las dietas en el estado de ánimo

¿Alguna vez has normalizado los síntomas de vivir en restricción? Por ejemplo: fatiga, dolor de cabeza, mareos, irritabilidad, disminución de la concentración o pérdida de creatividad.

Estos son signos de un cuerpo hambriento, que está intentando ahorrar energía debido a las restricciones alimentarias.

¿Cómo llegamos a normalizar el malestar de pasar hambre?

No es tu culpa. Lamentablemente, es una consecuencia de haber centrado el cuidado de la salud en el peso.

Bajar de peso no resuelve el problema, muchas veces lo intensifica

Piénsalo: ¿cuántas veces has hecho dietas pensando que te van a dar los resultados que esperas de manera permanente?

Si alguna vez lograste perder peso con una dieta, te garantizo que ahí no terminó el “problema”.

Comienza lo más difícil: la necesidad de mantenerlo.

Esta es la etapa más compleja, ya que tu cuerpo comienza a activar con más fuerza mecanismos compensatorios para recuperar el peso perdido. Por ejemplo, se alteran las vías orexigénicas (estimulantes del apetito) y disminuye la leptina (regulador de la saciedad), lo que puede provocar atracones más adelante; tu metabolismo ahora es más lento. Recuerda que eso lo hizo tu cuerpo para sobrevivir a la restricción.

Y eso no es todo. También se intensifica el conflicto con el cuerpo:

  • Vergüenza corporal
  • Rechazo al cuerpo que tenías antes
  • Miedo a recuperar el peso
  • Desconfianza en tus señales de hambre

Y con la comida:

  • Pensamientos obsesivos sobre la comida
  • Resistencia a comer alimentos “prohibidos”
  • Miedo a los alimentos

¿Qué hago entonces, cómo puedo cuidarme?

Te invito a comenzar a enfocarte en tu salud, no en tu peso.

En lugar de dietas restrictivas, considera adoptar un enfoque más flexible y consciente para cuidar tu cuerpo, sin olvidarte de cómo toleras emocionalmente los ajustes en tus hábitos:

  1. Recupera una estructura alimentaria que te ayude a estabilizar la energía que le das a tu cuerpo, poniéndote horarios de alimentación.
  2. Come de manera regular, incluso si no tienes hambre. Este punto puede causar mucho miedo al principio. Recuerda que las dietas restrictivas hacen que tus señales de hambre y saciedad se alteren. Es importante dar alimento de manera regular para evitar atracones posteriores.
  3. Comienza con alimentos con los que te sientas segurx. No tienes que correr. Puedes empezar añadiendo alimentos que no te causen miedo de manera regular. Más adelante, puedes ir incorporando algunos alimentos que la cultura de dietas hizo que temieras.
  4. Evita las cuentas de redes sociales que satanizan la comida. Para salir de la cultura de dietas, es necesario comenzar a evitar este tipo de conversaciones que reafirman ideas dañinas acerca de la comida. Procura seguir cuentas que te muestren cómo comer con equilibrio, permitiendo todos los alimentos en tu plato.
  5. Procura disfrutar lo que comes. El placer por comer es una parte vital que puede conducirte a la satisfacción del hambre emocional. Las restricciones activan la necesidad de comer alimentos “prohibidos”; ser flexible con lo que te gusta reduce el riesgo de querer terminártelo de golpe. Ve poco a poco.

Un verdadero camino de cuidar tu salud

Salir de la cultura de dietas es un proceso.

Un proceso que tiene momentos de incertidumbre y sensación de pérdida de control, momentos de dudas en los que quieras volver a lo conocido.

Pero si lo continúas, verás que es un camino que abre la puerta a una relación más segura con tu cuerpo, más amable con la comida y más compasiva contigo mismx.

Y aunque al principio pueda sentirse extraño o incluso desafiante, recuerda: cuidar tu salud se logra sin restricciones, cultivando decisiones seguras alrededor de tus hábitos, tanto a nivel físico como mental.

No estás solx en este proceso. Hay una comunidad aquí, donde puedes encontrar personas que están en el mismo camino que tú, recursos que pueden apoyarte y profesionales dispuestos a acompañarte a reconciliarte con tu cuerpo y tu alimentación.

¡Te has suscrito con éxito!

Gracias por unirte a nuestra comunidad de liberación corporal.
Pronto recibirás en tu correo reflexiones, recursos y herramientas para empezar a reconectar con tu cuerpo.

- Fabiola Gama