¿Cuántas veces te han dicho que tienes que perder peso para recuperar tu salud? ¿O cuántas veces has pensado que te estás descuidando porque estás teniendo cambios en tu cuerpo?
Durante muchos años se ha mantenido la conversación de que el peso es una medida de salud. Hoy sabemos que los enfoques que buscan la pérdida de peso, además de ser ineficaces para la gran mayoría, pueden generar más daño que beneficio.
Pero vamos por pasos.
Primero, ¿por qué una persona quiere perder peso?
Generalmente es por dos motivos: por estética o por salud.
Independientemente de la razón, hay un riesgo de fomentar la insatisfacción corporal.
Perder peso por estética
La búsqueda de delgadez por la presión estética se vive mucho. Las mujeres son la población más presionada para lograr o mantener una figura socialmente aceptable. Aunque en los últimos años, esta presión también ha empujado a los hombres a buscar un tipo de cuerpo.
Durante años se ha glorificado a los cuerpos delgados y se les ha hecho parte crucial de la definición de belleza.
Perder peso por salud puede enfermar
La búsqueda de pérdida de peso por “salud” se debe a varios factores. Muchos profesionales de la salud viven convencidos de que el peso es un problema que tiene que combatirse, poniendo especial atención en los kilos perdidos en un tratamiento médico-nutricional. Esto hace que se pierda el objetivo principal de cualquier tratamiento: el bienestar integral de la persona.
Los enfoques pesocentristas descartan la realidad de que existen personas que tienen composiciones corporales más grandes y no necesariamente están enfermas.
La gordura no es sinónimo de enfermedad.
Sea cual sea el motivo por el cual las personas quieren perder peso, el cuerpo actual se vuelve un problema a corregir, y eso abre la puerta al conflicto corporal.
El origen social del conflicto corporal
Una vez que te encuentras con este conflicto corporal:
“Tengo un cuerpo y necesito cambiarlo”, la búsqueda de formas para perder peso generalmente es por medio de restricciones alimentarias o ejercicio.
Restricciones: la esperanza de perder peso
Las dietas restrictivas son la herramienta más promovida para bajar de peso.
Restringir alimentos, pasar hambre, forzar las señales de saciedad jamás va a tener la garantía de la pérdida de peso, y mucho menos la sostenibilidad. Está demostrado que el 95% de las personas que pierden peso terminan recuperándolo.
Entonces, ¿por qué seguimos pensando que bajar de peso es una solución cuando no hay formas saludables y sostenibles de hacerlo?
¿Por qué sembrar una falsa esperanza en un resultado que tiene el 5 % de probabilidad de ocurrir?
Y eso no es todo.
Son innumerables las consecuencias físicas y emocionales que se general cuando te restringes comida.
Te menciono algunas:
- Aumento del deseo de comer alimentos “prohibidos”
- Aumento de antojos y riesgo de atracones
- Miedo y culpa al comer
- Desconfianza a tus señales de hambre
- Vergüenza por tu cuerpo
La búsqueda de la pérdida de peso va a llevar a la persona a adoptar conductas alimentarias de riesgo. “No importan las consecuencias, tengo que bajar de peso”.
Toda conducta que busque el cambio de tu cuerpo aumenta el riesgo de que sea una conducta de riesgo alimenticio, ¿por qué?
Porque está acompañada de la satanización de alimentos, miedo a ciertos grupos de alimentos, exigencia a comer alimentos “buenos”. Estas son algunas de las características clásicas del conflicto con la comida.
No tener resultados en el peso, aunado al aumento de los antojos y al comer compulsivo de alimentos prohibidos, comienza a activar de manera desproporcionada emociones como: frustración, culpa y vergüenza.
Esto es una de las formas más comunes en que la cultura de dietas daña la salud mental y emocional: hacerte creer que tu peso solo depende de tu fuerza de voluntad, ignorando factores como genética, metabolismo, contexto social, historia personal o trauma.
Reducir los cuerpos gordos o el aumento de peso a un problema de fuerza de voluntad no solo es absurdo, es ignorar la naturaleza humana.
Ejercicio desde la búsqueda de pérdida de peso
¿Conoces alguna persona que no hace ejercicio y tiene el cuerpo tonificado? ¿O qué tal alguien que hace horas de ejercicio a la semana y no logra perder peso?
No se puede garantizar un resultado físico sostenible ni con ejercicio ni con la restricción.
Cuando haces ejercicio y además no comes las suficientes calorías para la recuperación, te tengo una noticia: el cuerpo activa mecanismos compensatorios para que comas esa deficiencia calórica.
No te sorprendas si notas más antojos de azúcar en la tarde o atracones nocturnos.
Además, se activa un mecanismo ahorrador clásico: la reducción del metabolismo basal. Tu cuerpo, si antes operaba con 1500 kcal, ahora puede reducirse hasta un 40%, sacrificando algunas funciones para sobrevivir con 600 kcal. Esto significa que tu cuerpo está en un modo de ahorro de energía, y esto puede tardar mucho tiempo en revertirse.
Tener un metabolismo en ahorro no solo es un mecanismo que hace que recuperes el peso perdido, sino que se acompaña de otras consecuencias físicas y mentales como: dolores de cabeza, estreñimiento, colitis, irritabilidad, fatiga, falta de concentración y mucho más.
Cuídate de las falsas esperanzas
La cultura de dietas siempre va a buscar la forma de convencerte de buscar la pérdida de peso. Con una nueva dieta, licuados, medicinas, inyecciones… implantando falsas esperanzas y promesas sin garantía y con costos muy altos.
Cada intento fallido de intentar otro método para perder peso resulta en lo mismo:
“¿Por qué no puedo?”, “¿Qué estoy haciendo mal?”
Y con cada intento, crece el conflicto con el cuerpo y con la comida.
Entonces, ¿por qué perder peso tiene que dejar de ser el enfoque en salud?
Porque no hay un solo método que garantice la pérdida y sostenibilidad del peso a largo plazo, y porque las consecuencias metabólicas y emocionales de las restricciones ocurren en la mayoría de los pacientes.
La buena noticia es que hay formas de cuidar tu salud de manera más amigable y sostenible. ¿Quieres intentarlo?
En Fabiola Gama, sabemos que crear hábitos no se construye con la expectativa de perder peso.
Agenda una consulta y descubre que sí es posible cuidarte sin restringirte.