La forma en que percibimos nuestro cuerpo no es estática. Va cambiando con el tiempo, con la edad, con las experiencias, con los comentarios que recibimos y con los cambios de estándares de belleza que nos rodean. Para muchas mujeres, la relación con su cuerpo está definida por el exterior, construyendo rechazo o lucha.
Comprender cómo evoluciona la imagen corporal a lo largo de la vida puede ofrecernos esperanza: sin importar cómo sea hoy tu relación con el cuerpo, siempre existe la posibilidad de transformarla.
Infancia: Me percibo a mí mismo a través de ti
Desde niños, comenzamos a construir la percepción de nosotros mismos a través de los ojos de nuestros cuidadores primarios: “La manera en la que me ves, es como yo aprendo a verme”.
De la misma forma, comienza la construcción de qué tan seguro me voy a sentir en mi cuerpo y en el mundo: “Si me siento seguro contigo, me siento seguro conmigo”.
Esta sensación de seguridad empieza a formarse también en relación con el cuerpo, por eso la infancia es una etapa clave para sembrar confianza corporal. Las niñas y los niños imitan lo que observan, así que el trabajo personal de los cuidadores es esencial: su propia relación con el cuerpo y la imagen será lo que, consciente o inconscientemente, transmitan.
Adolescencia: La mirada ajena se hace más pesada
Diversos estudios muestran que durante esta etapa la insatisfacción corporal se intensifica en ambos sexos. En los hombres, suele expresarse como el deseo de tener cuerpos más corpulentos, motivado por el estereotipo de que el músculo representa fuerza y protección. En las mujeres, predomina la presión por alcanzar una figura delgada, asociada al ideal de “mujer delicada”. En ambos sexos, aunque con mayor prevalencia en mujeres, estos estereotipos afectan de forma directa la autoestima.
La baja autoestima relacionada con la imagen física no solo condiciona la forma en que nos vestimos o comemos, sino también cómo nos relacionamos con el mundo.
Adultez temprana: Una oportunidad de reconstrucción
En esta etapa se amplía la posibilidad de trabajar temas no resueltos que generan malestar, incluyendo la relación con el cuerpo. Recuperar la confianza corporal puede conducir a muchas personas a desarrollar un vínculo más consciente consigo mismas, menos condicionado por los ideales externos y con mayor deseo de habitar el cuerpo con respeto.
Después de los 40: El terreno poco explorado
La mayoría de los estudios sobre imagen corporal se enfocan en la adolescencia y la adultez temprana. Poco se ha investigado sobre cómo se vive la relación con el cuerpo después de los 40, especialmente en las mujeres. ¿Qué pasa cuando el cuerpo cambia por la maternidad, la menopausia o el envejecimiento? ¿Quién nos enseña a abrazar esos cambios sin miedo ni vergüenza?
La falta de representación y de investigación en esta etapa perpetúa un silencio que muchas mujeres cargan en soledad.
Algunos factores que influyen en nuestra imagen corporal
- Internalización de ideales de belleza: Desde pequeñas, aprendemos que la delgadez es una meta que hay que alcanzar para sentirnos valiosas. Esta creencia se interioriza, aunque no sea una verdad universal. Los ideales de belleza se esparcen a través de medios, publicidad, redes sociales, entre otros.
- Relaciones que condicionan a tu cuerpo: Comentarios, comparaciones y expectativas familiares alrededor del cuerpo pueden sembrar el conflicto corporal desde edades muy tempranas.
- Autoestima sostenida por la imagen: Cuando una mujer aprende a valorarse por cómo se ve, se vuelve más vulnerable a depender de la aprobación externa. Esto puede sostener una insatisfacción corporal crónica y llevar a conductas alimentarias de riesgo.
- Inseguridad alrededor de mi cuerpo: Un entorno inseguro durante la infancia puede marcar profundamente la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos, nuestro cuerpo y el entorno en la adultez. Esto incluye experiencias de trauma, bullying, negligencia o abuso.
- Salud peso-centrista: Muchos profesionales de la salud y espacios del bienestar aún refuerzan la idea de que la salud depende del peso. Esto incluye a la industria wellness, que muchas veces enmascara sus mensajes con lenguaje de “amor propio”, mientras sigue promoviendo la delgadez como ideal.
Lo que nadie te dice: No es tu culpa
No naciste odiando tu cuerpo. Aprendiste a hacerlo. Pero así como hoy lo miras con rechazo, también puedes aprender a mirarlo con compasión. Habitar tu cuerpo desde el respeto es un camino que puedes comenzar hoy.
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El primer paso no es cambiar tu cuerpo. Es cambiar la forma en que lo miras.
