La paradoja de la salud

¿Te cuento algo alarmante?

Muchas de las conductas que hoy se promueven como “hábitos saludables” cumplen con los mismos criterios diagnósticos que utilizamos para identificar un trastorno alimentario.

Sí, así de contradictorio.

Lo que socialmente se aplaude como disciplina, buena fuerza de voluntad o autocuidado, en realidad puede ser una señal de riesgo para tu salud.

Cuando la búsqueda de salud se vuelve destructiva

Vivimos en una cultura que aplaude comportamientos extremos, disfrazados de salud, y todo con el objetivo de perder peso. Esto aumenta la vigilancia corporal y la exigencia de mantener un peso.

Esta exigencia es alimentada constantemente por la familia y/o la sociedad misma, que termina creando construcciones mentales destructivas que deterioran invariablemente la salud.

Se premia comer “limpio”, se aplauden las restricciones de alimentos “peligrosos”, se celebra el peso perdido y se rechaza el aumento de peso, sin ser conscientes de que esto aumenta el riesgo de vivir en rigidez, miedo y vergüenza.

La realidad es que estas prácticas pueden conducir a un conflicto crónico con el cuerpo y la comida.

Restricciones alimentarias disfrazadas de salud

Ojo, tener este tipo de conductas no es tu culpa.

Las conductas más normalizadas son aquellas que son distribuidas por el sector salud, que tienen como objetivo la pérdida de peso. Te invito a reflexionar si presentas alguna de ellas, únicamente para tomar mayor consciencia sobre tu relación con la comida y poder frenar comportamientos que pueden generarte malestar.

He vivido etapas en las que…

  • Cuento porciones o calorías.
  • Limito las calorías aunque pase hambre.
  • Me salto comidas y hago ayunos prolongados.
  • Restrinjo grupos de alimentos como azúcar, cereales o grasas.
  • Hago ejercicio para “quemar calorías”.
  • Tomo agua, café o chicles para suprimir mi hambre.
  • Me mido o me peso para vigilar mis cambios de peso.
  • Reviso las etiquetas de los alimentos.
  • Reemplazo comidas por licuados.
  • Uso fajas forzando a mi cuerpo.
  • Evito alimentos que me gustan porque no entran dentro de los alimentos “permitidos”.
  • Participo en retos o détox para controlarme.
  • Busco consejos para perder peso o dietas en internet.

Estas acciones, para algunos profesionales, suelen mirarse como señales de compromiso con la salud.

Sin embargo, cuando conoces las consecuencias que tienen las dietas en la salud de las personas, y como experta en TCA, estas se conocen como conductas alimentarias de riesgo.

Lo vemos todos los días: personas que quieren perder peso o que desean cuidar su salud y comienzan a realizar conductas de riesgo, sin conocer o considerar sus consecuencias.

¿Por qué son conductas de riesgo alimentario?

Porque promueven:

  • Temor a engordar como eje central de las decisiones alimentarias.
  • Desconexión y desconfianza hacia las señales internas de hambre y saciedad.
  • Miedo a comer ciertos alimentos o en determinados horarios.
  • Rigidez alimentaria que limita la flexibilidad y el disfrute de la comida.
  • Evitación social por miedo a “perder el control” en presencia de comida.

Estas consecuencias no solo afectan la salud mental, sino que también tienen un impacto fisiológico: alteran la regulación hormonal, afectan el metabolismo, llevan a estados de fatiga y cansancio e, incluso, aumentan el riesgo de depresión.

Rompe la paradoja: Construye un bienestar real y sostenible

Cuidar tu salud no debería implicar la implementación de conductas alimentarias de riesgo.

Un verdadero autocuidado integra:

  • Comer con regularidad y variedad, sin demonizar alimentos.
  • Escuchar y respetar tus señales de hambre y saciedad.
  • Disfrutar la comida también como experiencia social y cultural.
  • Considerar el bienestar mental y físico.
  • Elegir movimiento que disfrutes, no como castigo.

La salud sostenible se construye desde la educación en alimentación, regresándote la confianza en tus decisiones alimentarias, construyendo seguridad alrededor de la comida, flexibilidad en tus decisiones sin perder la estructura y la conexión corporal.

En definitiva, la paradoja de la salud nos recuerda que no todo lo que se presenta como “correcto” es para tu bienestar. Vivir en rigidez, miedo y vergüenza no es sinónimo de salud, aunque así se haya normalizado.

Tener una relación segura con la comida y con tu cuerpo implica cuestionar lo aprendido, desafiar las reglas que te dañan y abrirte a un cuidado más amable, flexible y sostenible.

No estás solx en este proceso. En este espacio puedes explorar diferentes recursos para acompañarte a construir una salud que no se base en el control, sino en el respeto y la confianza hacia ti mismx.

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- Fabiola Gama